Glóbulos rojos caian por mi garganta, iban afinándose según pasaban los días, creo, sin asegurar no equivocarme que esta situación se detenía posterior las cuatro de la madrugada, cosa que hacía me diese mucho sueño por la noche. Detras de mi ventana, un montón de hormigas dinosaurio me miraban fijo día por medio; aquello hacía que mi sangre se alterara, mi sudor se enfriase y se me cortara la respiración cosa que pasaba a menudo a mi madre en climas frios. Por suerte yo vivía en una zona árida, el olor a arcilla caliente me despertaba los domingos por la tarde, y aunque tengo que reconocer que era un aroma muy fuerte, era también de sumo extrañar por los días de la semana.
Los lunes empezaban cerca de las cinco de la tarde, el sol comenzaba a descolarse por mi ventana y era entonces cuando la mayor cantidad de gente de mi pueblo comenzaban a diluir nylon para cubrirse con dicha sustancia y evadir el frio, no quiero afirmar que fuese este un buen método pues algunos lo hacian con láminas de papel, pero a mi parecer el nylon generaba una especie de capa brillosa que me hacía recordar al caramelo.
Hace mucho que no como caramelos, ya casi no recuerdo de donde provenía su sabor solo parece aparecer en mi mente recuerdos de sus colores (gris, blanco y negro)
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